lunes, 13 de julio de 2020

"yo, un hombre de palabra”


Hola  amigos/as, desde las orillas del río Guadiana, os envío este artículo que me ha encantado, se lo “he robado” a un amigo, como si fuera un “bandido” deambulando por Sierra Morena, creo que merece la pena, no me importa correr el riesgo porque merece la pena buscar tu benevolencia, ahí va este lujo lujoso juntapalabras, que no tiene desperdicio, escrito por mi "compi" colchonero, oriundo de tierras charras de Tamames y residenciado en los madriles, el amigo y buen aficionado cabal Enrique Martín.

"yo, un hombre de palabra”

 "Yo siempre me creí un hombre de palabra y no hace tanto me juré descansar mis escritos sobre toros, na de palabrería, punto y final, pero…basta un castizo emeritense de sentires rojiblancos que te pida unas letras para esta ruta en compañía de un charro, para que uno deje de ser un hombre de palabra, ya redimiré mis pecados durante la canícula, al tiempo que pienso en cómo está esto de los toros, que la verdad, a servidor le gustaría que todo se asentara un poquito, como los buenos vinos, esperemos a que se asienten, porque con tanto trajín, los paladares se resienten, que hay mucho que asentar; parecía que solo iba a ser cosa de dejar pasar el tiempo, pero no, estos meses de parón taurino solo han servido para que unos aprovechados intenten sacar provecho entre consignas, que para unos tienen todo el sentido, para otros no tanto y a otros incluso nos ofenden, que han organizado lo que ellos llaman paseos y de siempre han sido manifestaciones, que el pasear es algo placentero, con una buena charla si es en compañía y disfrutando el paisaje, pero no para tirarles en la cara la fiesta de los toros a quiénes ellos no creen merecedores de poder ser aficionados taurinos, será que para eso hay que ser muy rubio, muy alto, con los ojos muy azules y con certificado de españolidad sellado y timbrado por la autoridad que creen competente, ellos mismos; convocaron a los aficionados y seguro que muchos, quizá casi todos, acudieron de buena fe, porque, ¿qué motivo más elevado que reivindicar los toros? pues pocos se me antojan mejores, dejando de lado los que pidan por el bien del ser humano y por los derechos que se le deben garantizar como tal, pero ellos, los convocantes, no pedían, vociferaban dando a veces la sensación de que sin importarles razones, solo el vociferar contra alguien; resulta que clamaban para que un gobierno no les impidiera nunca el ir a una plaza de toros ¡caramba! ya les digo que lo importante era vociferar y no la razón, creo que nadie ha impedido expresamente ir a una plaza de toros, prohibieron ir a las plazas de toros, campos de fútbol, de baloncesto, cines, teatros, cumpleaños, fiestas de jubilación, trabajos, clases, consultorios médicos, vamos, resumiendo, que prohibieron hasta el salir de casa, porque la muerte nos rondaba a todos, incluso a los vociferantes, bueno, pues ya se puede ir a los toros, que ya dejan y va la empresa de Madrid y se nos descuelga con que no va a dar lo que quede de temporada este año, bueno, pues ya tienen una razón para vociferar y con razón, que no es poca cosa, que yo no pido que convoquen otro paseo, no, ya puestos, ejerzamos un derecho democrático y manifestémonos en la explanada de las Ventas de nuevo, esta vez contra la empresa y si fuera necesario, contra quién permita a “Plaza 1” hacer de su capa un sayo, que les valen las mismas pancartas, esa tan bien rotulada que decía no sé qué de la cultura y lo mismo hasta se podría invitar al señor Abellán, al menos para que viéramos que siente el cargo; con las prisas que han tenido para todo y de repente…como decía mi abuela, arrancada de burro y parada de mula vieja, que al menos, en este caso tendrían una petición concreta que hacer, porque en todo el tiempo que llevamos encerrados, no acabo de escuchar nada concreto por lo que se muevan y vociferen, paseos/manifestación, incluso cuando no eran permitidas las reuniones multitudinarias, pero sin concretar, solo trapazos por el aire, que no se reunía el ministro con los taurinos; se reúne y como si nada, que eso no es para vociferar, que no pagan a los trabajadores del toro, se les paga como a todos y nada, que en lo de vociferar eso no encaja y al final, después de tanto alboroto, aunque ellos no lo digan, parece que queda muy claro, como si lo vociferaran a voz en cuello, que lo único que les preocupaba a unos es montar bronca y poder seguir presente en los papeles, porque si no nadie se acordaría de ellos, otros solo se cuidaban de su negocio, que si televisadas sin público, que si hacer la luna, que si…nada, solo eran las perras, no les den más vueltas y para colmo y siendo benévolos, daba la sensación de que estaban en la luna, que ni se habían enterado de lo que estaba sufriendo el país, de lo que estábamos sufriendo todos, del miedo a enfermar, a que enfermaran por nuestra causa los que más queremos, que nuestros mayores se fueran en soledad, no se enteraban o igual es que no se quisieron enterar o les importaba un bledo toda esta gente, porque nosotros no somos su patria, ellos nos tiraban a la cara su bandera, mientras nosotros nos secábamos las lágrimas con la nuestra, que igual tiene los mismos colores, pero muy diferentes sentimientos, pero ellos no desistían en conducirnos por la mangá camino del cajón para enfundarnos las ideas, para cerrarnos los ojos, conduciéndonos como los cabestros conducen a la grey encastada de negros, cárdenos, jaboneros, berrendos y listones, pero ya se sabe, no es bueno dejarse conducir por los cabestros, ¿no? y ahora sí, `para que no digan que no soy un hombre de palabra, callaré, no para que otros vociferen, sino para escucharles a ustedes mientras siguen la ruta, despacito, disfrutando del paisaje y de cuando en cuando, parando a descansar a la sombra, que el calor aprieta, de todo corazón, sin vociferar, un muy feliz verano y nos vemos en las plazas de toros y entonces sí, para gritar muy alto por el toro, hasta que la emoción nos ahogue, nos calle y nos nublen la vista las lágrimas, que no serán porque nos conmueve, será porque se nos ha metido una cosita en el ojo, ¿verdad que

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