Pedro García Macías
Para comenzar estas palabras de Andrés Calamaro "La tauromaquia es pueblo y campo, es ciudad y es algarabía, es encierros y novilladas, es ilusión de niños toreros, da sentido a la vida de los aficionados y a la vida del toro, el más amado de los animales”
En la ruta de la Fiesta de los toros creo que hay dos caminos claramente diferenciados, a
pesar de que haya quienes quieren mezclarlos cual cóctel, infiltrándose para
intoxicar, cada quien puede situarse libremente, como diría Galeano si “entre los indignados o entre
los indignos”
Uno, el de los indignados, el de los/as aficionados/as cabales, con costes, pero con la contraprestación de la emoción, la dignidad, la honradez, la coherencia, la emoción, el riesgo, la ética, la integridad, que no integrismo, el diálogo reflexivo sin milongas, el respeto mutuo, que son los mimbres y el armazón de una “tartanilla”, antigua en sus postulados pero remozada en personas y materiales, que circula por un camino común, con algunas veredas, hacia el destino final, que no es otro que la defensa de la Tauromaquia en sus distintas variantes, un camino complejo pero emocionante, largo, estrecho, con el “firme” a veces en mal estado, con curvas algunas sin peralte, llanos pocos, dudas, luces y sombras, con medios reparadores escasos, repechos muchos, paradas alguna pá oxigenar, cuya “millonaria” retribución, sin trampa ni cartón, es simple y llanamente mantener, para quienes la amamos con pasión esta tradición popular que viene de antigüo, con el toro como protagonista, íntegro por dentro y por fuera, y la lidia en los tres tercios, con la suerte de varas como eje fundamental sobre el que pivota la lidia, pondría como ejemplo de indignados el recientemente aparecido en las redes sociales “Tendido Progresista”
Otro, el de los indignos,
claramente diferenciado del anterior, con su slogan estrella de “todo vale por
la pasta”, cultivan las artes del tramposeo mafioso, de las mentirijillas por
medias verdades, de la corruptela, de la venta de humo circense “tóxico” para
la salud de la Fiesta, es por el que circulan los taurinos/taurinillos, en general con algunas, aunque pocas, honrosas
excepciones, y taurineadores, que
van por Autovía, en AVE o avión particular, nunca en las líneas regulares por
donde circula nuestra “tartanilla”, quienes por cualquiera de los medios de
transporte de alto estanding que usen, van siempre holgadamente cómodos, suelen
usar métodos vejatorios respecto al aficionado cabal que por conocedor y exigente
les molesta, pero por el contrario doran la píldora al público palmero festivo,
sin importarles que por su “camino de rosas” del fraude, llevan a la Fiesta de
los Toros circulando cuesta abajo sin frenos hacia el precipicio final de su
desaparición de un bajonazo infamante;
como botón de muestra de indignos,
vienen a pelo estas palabras de Juan
Antonio Hernández, que eran uno de los eslóganes de la web “El Chofre” “El
empresario taurino es el máximo responsable de los fraudes que se puedan
cometer en su plaza, él es el que contrata a los toreros destoreadores con sus
condiciones, él es el dueño de los toros que se lidian, y él es el que vende
ese producto”
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