viernes, 26 de junio de 2020

No, no son los comunistas quienes se están cargando la Fiesta, que son los liberales


Iñaki Etxarri

Los liberales son una ‘tribu’ curiosa. Dejémoslo ahí. Dícese del liberalismo, de ese tipo de pensamiento económico que cuando vienen bien dadas pretende no pagar impuestos, o hacerlo lo menos posible, para quedarse con todas las ganancias. La mayoría de las veces gracias a los sueldos de miseria que pagan a sus trabajadores. Pero hete aquí, que cuando vienen mal dadas se convierten en peligrosos ‘socialcomunistas’ y lloriquean ante ‘papá Estado’, ese que siempre desprecian, para que les saque las castañas del fuego.

Es curioso, que en momentos como el actual todos se acuerden de lo público y hasta los más liberales se vuelven a mirar a 'papá Estado' y piden medios para la sanidad pública y ayudas económicas. Lo público, sin duda, ha vuelto a mostrar su importancia y su fuerza. El mundo del toro también se ha dado cuenta de ello. Y en el fondo da hasta pena ver a terratenientes ganaderos depositarios de lo más rancio del latifundismo explotador español, no todos ellos, bien es verdad, que los hay serios y honrados; a empresarios taurinos desaprensivos y ‘sacamantecas’ del sufrido espectador y a ‘figuritas’ del toreo practicantes habituales del ‘yoismo’ y el ‘egoísmo’ más acendrado para con su profesión, el aficionado y hasta para con el toro bravo, como plañideras diciendo aquello de “papá, pupa”.

Hace dos años a los espectáculos taurinos se les bajó el IVA del 21% al 10%. Una medida que sólo sirvió para engordar el bolsillo de los empresarios porque no significó una rebaja de las entradas que abona religiosamente el sufrido espectador. La Fiesta de los Toros continuó siendo una actividad regida por cánones decimonónicos y anticuados en lo referente a su gestión, anclada en parámetros del siglo XIX cuando ya estamos finalizando el primer cuarto de siglo de la centuria del XXI.

En este sentido, es inadmisible, como bien decía hace unas semanas en las páginas de El País, Antonio Lorca, que el sector no sepa ni cuanto factura, ni cuánto paga en impuestos, en IRPF, en IVA... Son cutres hasta más no poder. Y conste que aquí no estoy hablando ni de los toreros modestos, ni de los banderilleros, ni de los picadores, ni de los trabajadores del campo ni de los miles de empleados de plazas de toros que están pasando un verdadero calvario, como muchos españoles

Es que, además, es curioso, éstos liberalillos de pacotilla que campan a sus anchas por la Fiesta, no son ni para ellos mismos. La Fiesta, tal y como está montada, es una actividad totalmente antieconómica. Las figuras, perdón, las supuestas figuritas actuales, arrasan con la taquilla y no dejan ni las migajas para empresarios y ganaderos, además de sangrar el bolsillo del aficionado. Es inadmisible el atraco que ‘pega’ una ‘figura’ cuando va a un pueblo y cobra 80.000 o 90.000 euros por hacer el paripé ante dos monas afeitadas, como suele ser lo habitual. Sus honorarios son totalmente desorbitados y lastran indefectiblemente toda la salud económica del espectáculo. Actualmente, es imposible dar una corrida de toros con tres ‘figuritas’ sin perder dinero.

Por otro lado, los ganaderos, excepto los 4 o 5 de siempre, y quizás me paso de optimista, han tragado con un ‘tunel’ en el que criar un toro bravo es una auténtica ruina porque los emolumentos que perciben por poner la materia prima esencial en la que se basa esta Fiesta, el toro, no cubren los precios de coste.

Muchos empresarios, por su parte, han logrado hacer rentable ‘la media plaza’ merced a unos precios abusivos para el espectador y rebajando los honorarios de toreros modestos a los que masacran y de unos ganaderos que crían sus productos para, como mucho, no perder dinero, o perder lo menos posible.

Ahora, como una fake news, corre la leyenda urbana, así lo ha hecho creer el sector, de que las novilladas son ruinosas, y es cierto, porque supuestamente se pagan muchos impuestos y hay demasiadas imposiciones y exigencias de la administración para montarlas. ¿No será que cada vez hay menos novilladas porque los carteles son muy malos y no atraen al espectador, no digo ya al aficionado, que además sufre, como decimos, precios abusivos? Está claro que las novilladas son un problema, pero si las cosas se hacen bien pueden ser rentables. Y así se demuestra en localidades como Calasparra. Villaseca de la Sagra, Arnedo o algunas ciudades y pueblos franceses, que siguen manteniendo vivo el espíritu de las novilladas. Curiosamente, o no, siempre a partir de cuidar la materia prima vital del espectáculo, el toro. Señores taurinos, qué fácil es ser liberal al modo suyo: “Si me va bien, todo para mí; que no puedo dar novilladas porque son muy caras, que me bajen los impuestos... Si estoy ‘jodido’ ayúdame ‘papa´Estado. ¡Así no son las cosas, taurinos!

Por cierto, hablando de liberales, el empresario que regenta la plaza de Las Ventas, el tal Garrido, el de Nautalia, porque ‘monsieur le producteur’ está desaparecido en combate, ya ha dicho que no dará festejos hasta septiembre, incumpliendo de manera flagrante el pliego de concesión de la plaza. Y todo ello pese a que la Comunidad de Madrid de la ínclita Díaz Ayuso permite ofrecer espectáculos taurinos con un 75% del aforo, que, en caso de la primera plaza del mundo, es de 18.000 espectadores.

Y volvemos a los liberales. ¿Saben quién convirtió la concesión de las Ventas en una subasta con un pliego auténticamente disparatado? La misma que viste y calza, la gran lideresa, Esperanza Aguirre, que seguro que estos días ha estado de ‘paseo’. No, pero fueron los comunistas bolivarianos. ¡Qué fácil es echar la culpa al otro de todas mis incompetencias! ¡Y así nos va!


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