Sobre el querer seguir siendo aficionada a los toros sin avergonzarme por ello.
Es evidente que de un tiempo a esta parte, alimentar e incluso mantener esta querencia nuestra por la fiesta de los toros, se está convirtiendo en una extraña y complicada condición.
Circunstancias muy bien identificadas dentro y fuera de los ruedos, no solo alejan al aficionado sino que incluso llegan a suscitar en nosotros un lamentable sentimiento de turbación y desazón.
No negaré la
gran dificultad a la que se enfrenta la propia fiesta en estos durísimos
tiempos de pandemia con consecuencias devastadoras, pero también entiendo
que el abandono, el rechazo al aficionado con opinión, crítico ante los
demasiados atropellos que mutilan este ritual, es una práctica de largo
recorrido por parte de este sistema taurino mediocre y ombliguista que no se ha
detenido ni por un instante -tampoco en estas complicadas circunstancias-
en intentar crear una imagen de la fiesta un poco más cercana, más razonada,
más identitaria, más verdad, más auténtica frente a una sociedad, la
nuestra, que la mira con recelo e incluso con total rechazo.
Y no es para menos.
¿O acaso nadie de ustedes, -si, ustedes que pasan por la taquilla, mantienen el cotarro pero ocupan las plazas bien advertidos de guardar silencio no vaya a ser que destapen la trampa de este elitista truco mercantil que llaman tan rimbombante mente "Tauromaquia"- nunca han sentido un ramalazo de crisis de afición, unas ganas irreverentes de renuncia, de guardarla bajo llave en el cajón del olvido?..
Les aseguro que una, de natural imperfecta, harta de estar harta, he reconocido abiertamente mis muchos tropiezos con esa piedra cartesiana de duda y negación. Para qué negarlo...
Aún así, el enigmático misterio que encierra el toro sigue haciendo mella en mi desánimo y alza mi voluntad y mi apuesta por seguir queriendo ser aficionada a los toros... sin avergonzarme por ello.
Y es que quiero vivir en primera persona esos momentos de conmoción, esas emociones al fin y al cabo, sin recurrir a recovecos de la memoria propia o ajena.
Quiero que el bello, majestuoso animal, sea respetado por encima de todo y que pensar y decir "TORO" implique grandeza, riesgo, dignidad.
Quiero que la fiesta de los toros deje de ser, de una vez por todas, el negocio de unos pocos y que, como aficionados que somos, se nos garantice el derecho a reclamar la verdadera naturaleza del rito.
Quiero seguir siendo aficionada a los toros y no avergonzarme por ello y seguir en el empeño por demandar animales íntegros -sin manipular- desde la cabeza hasta la penca del rabo.
Quiero pelea en el caballo, demostración de bravura, honradez y cumplimiento reglamentario.
Quiero que lo monótono y previsible desaparezca de los ruedos y en su lugar, convertir una tarde de toros en un proyecto de ilusión basado en la sublime lucha entre fuerza e inteligencia.
Quiero que aquellos que lo cuentan, lo escriben, reivindiquen todos a una, la autenticidad de la lidia, la verdad del toreo.
Quiero equivocarme y rectificar cien veces cien y que nuestros pasos y palabras de exigencia sirvan para algo.
Quiero escuchar boquiabierta en un tendido, la sabia voz de esos curtidos aficionados que nunca debieron marchar y aprender de los que aún están pese a todo... porque quiero, claro que quiero: seguir siendo aprendiz de aficionada a los toros pero sin avergonzarme por ello.
¡¡¡Extraordinario, con verdad y autenticidad!!!... GRACIAS como aficionado y miembro de este blog, que es un privilegio...un fuerte abrazo
ResponderEliminarTengo que reconocer amiga Gloria, que la desidia pudo conmigo. Perdí esa batalla de intentar ser aficionado algún día, pero no perdí la guerra. Me quedé en el intento. Me quitaron mi ilusión de vida, me sacaron tarjeta roja en un tendido antes de que se iniciase mi partido en eso que llaman afición. Y no fue precisamente el Covid. Pero no pudieron ni podrán arrancarme del lado del toro. Eso sería un puntillazo infame al que estoy esperando tarde o temprano. Sé que el cachetazo llegará mas temprano que tarde, pero seguro que moriré con el, debajo de cualquier alcornoque o en cualquier regajo. Desde fuera de la trinchera, os envidio mucho. Muchísimo. Ojalá podáis conseguir lo que otros no pudimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo que reconocer amiga Gloria, que la desidia pudo conmigo. Perdí esa batalla de intentar ser aficionado algún día, pero no perdí la guerra. Me quedé en el intento. Me quitaron mi ilusión de vida, me sacaron tarjeta roja en un tendido antes de que se iniciase mi partido en eso que llaman afición. Y no fue precisamente el Covid. Pero no pudieron ni podrán arrancarme del lado del toro. Eso sería un puntillazo infame al que estoy esperando tarde o temprano. Sé que el cachetazo llegará mas temprano que tarde, pero seguro que moriré con el, debajo de cualquier alcornoque o en cualquier regajo. Desde fuera de la trinchera, os envidio mucho. Muchísimo. Ojalá podáis conseguir lo que otros no pudimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo amiga Gloria.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo amiga Gloria.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo amiga Gloria.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo amiga Gloria.
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